- La música llama -
Es una rola llena de cambios que compuse cuando viví en Mazatlán.
La historia dice así:
La exigencia de ser músico ejecutante (y solo dedicarse a eso… a tocar) es extrema en muchos sentidos, uno tiene que ser camaleón y mutar tocando muchos estilos, en muchos escenarios, y ante personas que te escuchan (y muchas veces no te escuchan).
Con esta composición trato de ilustrar esos cambios repentinos que llegan sin aviso, fases por las que pasamos los músicos que nos hemos dedicado solamente a tocar.
La escena es la siguiente:
Estás tocando al aire libre, se suelta la lluvia y todo se empieza a mojar.
¿Qué recoges primero?
¿El amplificador? ¿Los pedales? ¿La guitarra? ¿El iPad con las partituras?
Una vez que recoges lo primero que has escogido, sigues en la agitada labor de meter todo a un lugar seguro. Ahora imagina que al estar corriendo rompes un vaso de cristal (no lo recoges porque tienes que terminar de meter todo a un lugar seguro), en eso te mira un gringo despectivamente y te acusa con el gerente por haberlo roto y no haberlo recogido. El gerente obvio le da la razón al gringo y te regaña (el sentido común queda de lado y la empatía se desvanece con tanto vaivén). Posterior a esto decides hacer caso omiso a todo y te pones en estado “Zen” ya que necesitas sobrevivir y volverte a montar lo antes posible para continuar con el show. “The show must go on” dicen mucho por allá. Lo peor de todo es que tienes otro set montado en otro escenario para irte corriendo cuando terminas la tanda del lugar en donde estás tocando. y si.. todo se mojó.
Esa escena es un pequeño ejemplo
Además de esto el estruendo es brutal: en un lado suena banda, en otro lado suena mariachi, en otro lado jazz y en otro música versátil. Todo al mismo tiempo claro, pero eso si, la música llama.
En cuanto a estética de la rola: Si, suena a todo: chile, mole y pozole. (Algo que me importó poco porque no hallé otra manera de transmitir esa sensación).
